Seres íntegros: personas honradas, justas y responsables
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15 April, 2021Dörthe Correa de Uribe: la alemana con corazón barranquillero que deja muchos recuerdos en nuestra comunidad escolar
Geschrieben von: José Ríos Mercado. 40 años de vinculación a nuestro colegio convierten a Dörthe Correa de Uribe en una de las personas más conocidas entre la comunidad escolar. Su amabilidad y carisma, le han permitido ganarse un lugar en la institución, de la que hoy se despide luego de desempeñarse por cerca de 29 años como Asistente del Director del Departamento Alemán (1979-2008) y como Secretaria de la Junta Directiva en los períodos: 1979-1991 y 2009-2015; desde el 2015 ejerció el rol como Vocal en este órgano. Con ocasión de su retiro hoy le rendimos un merecido tributo a través de esta entrevista.
¿Quién es Dörthe Correa de Uribe?
Dörthe Correa de Uribe es una mujer responsable, trabajadora y que le gusta ayudar a los demás; me considero una persona tímida a la que le encantan las artes, la lectura, la música y la pintura. Nací en la ciudad de Hamburgo (Alemania) durante la Segunda Guerra Mundial, de padre barranquillero y madre alemana.
Somos tres hermanos, todos nacidos en Hamburgo; el mayor es ingeniero mecánico y reside en Freiburg (Alemania) y el menor es ingeniero químico y vive en Bogotá. Después de la guerra llegamos a Barranquilla adonde los abuelos e inicié mis estudios de Primaria y Secundaria en el Colegio Americano -en ese momento aún no habían reabierto el Colegio Alemán-.
Al terminar el bachillerato ingresé a la Escuela Superior de Idiomas de la Universidad Pedagógica del Caribe, fundada por el profesor Alberto Assa; allí estudié cuatro idiomas además del español y me gradué como Secretaria Ejecutiva Multilingüe. Trabajando en la empresa Unión Industrial me postulé para un puesto en la Flota Mercante Grancolombiana como secretaria de la Supervisión de Construcción de Buques en Sevilla (España); en esta compañía, en la que estuve cinco años, conocí a mi esposo con el que llevo un poco más de cinco décadas juntos.
Tenemos tres maravillosos hijos: Daniel, administrador de empresas que reside en Toronto (Canadá); Felipe, administrador de empresas que vive en Bogotá, y Fernando, ingeniero industrial, que reside en Barranquilla, quienes nos dieron cuatro preciosos nietos que son mi gran orgullo.
¿Cómo se dio su vinculación al Colegio Alemán de Barranquilla?
Entré a la Junta Directiva del colegio a principios de 1979, en reemplazo de la entonces secretaria, Sra. Ilse Schnurbusch, quien se había retirado. Dos meses más tarde entré a trabajar como asistente del entonces encargado del Departamento Alemán, Sr. Moessner.
¿Cómo fue su crecimiento personal y profesional en la institución?
Como Asistente del Director del Departamento Alemán me involucré mucho en las expectativas que tenía el Gobierno alemán en los colegios alemanes en el exterior y traté siempre de poner mi granito de arena para ello. Fue increíble ver todo lo que se podía hacer en ese sentido.
Hubo triunfos y también fracasos, pero de todo aprendí que había que seguir adelante con más ganas. Trabajar con los profesores alemanes para que se sintieran bien en la ciudad, llenar sus expectativas y que nos ayudarán a lograr una mejor imagen de Barranquilla, fue muy enriquecedor. Personalmente me encantó también mucho orientar y ayudar a los estudiantes.
¿Cuáles fueron las iniciativas o los proyectos institucionales más significativos en los que participó?
Trabajar para que los alumnos ganaran el Sprachdiplom fue gratificante; les pedía que dejaran su miedo y su angustia en un cajón de mi escritorio y que entraran al examen sin esa carga. Y luego, a hacer lo imposible para que pudieran realizar su sueño: el intercambio con Alemania.
Aún hoy día me emociona mirar hacia atrás y recordar a tantos estudiantes que al regresar de su viaje, se habían convertido en personas más analíticas, críticas y pensantes. Eso siempre compensó cualquier sacrificio.
¿Cuáles son las anécdotas que más recuerda como funcionaria y miembro de la Junta Directiva?
Recuerdo la vez que la Sra. Beatrice Oeding, quien era la cajera pagadora, y yo estábamos reunidas en la oficina de la administradora, Sra. Amparo de Molina, preparando unos papeles para Alemania; cuando entra un exalumno y dice: “Pero si parecen unas momias de lo bien conservadas que están”. Así hay muchas más, pero esa en particular es para mí un recuerdo imborrable y un ejemplo del buen ambiente que reinaba siempre en el colegio.