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19 Februar, 2021Fomentando la curiosidad, abrimos el camino a la indagación
Creado por: Andrea Garcés – Katherine Torres. Uno de los atributos que promovemos en nuestros estudiantes para alcanzar el IB (Bachillerato Internacional) es el de ser “indagadores”. Indagar nos ayuda a optimizar nuestro aprendizaje y la base fundamental de ese atributo es la curiosidad. La curiosidad es lo que nos motiva a aprender sobre un tema que nos interesa, así se desarrolla el querer saber y al mismo tiempo se desarrolla la autonomía. Pero, ¿cómo fomentamos esa curiosidad en nuestros niños y jóvenes?
La autora Marianne Stenger menciona en su artículo ‘Why Curiosity Enhances Learning’ (¿Por qué la curiosidad mejora el aprendizaje?) que los seres humanos somos más propensos a aprender y a recordar lo aprendido a largo plazo cuando el tema nos intriga y nos despierta la curiosidad. Tenemos entonces la tarea como educadores y como padres de propiciar el interés y la curiosidad en nuestros estudiantes hacia diferentes temas.
Cuestionarse y hacerse preguntas sobre el mundo que nos rodea, abre nuestro interés para conocer sobre él. Motivar al estudiante a preguntarse por qué suceden las cosas, cómo funcionan, qué pasaría si…, lo impulsa a querer saber las respuestas, algo fundamental tanto para el proceso cognitivo como para el proceso emocional. Es la curiosidad del ser humano, la que lleva a desarrollar, por interés, las respuestas a todos estos cuestionamientos.
Empecemos por conocer y explorar el espacio que nos rodea. Ellen Hendricksen (Ph.D. wir Psicología Clínica que trabaja en el Centro de Ansiedad y Trastornos Relacionados de la Universidad de Boston) referencia en su libro ‘How To Be Yourself: Quite the Inner Critic and Rise Above Social Anxiety’ (Cómo ser tú mismo: calla al crítico interior y sobreponte a la ansiedad social) una técnica conocida como 5-4-3-2-1, que sirve tanto para la autorreflexión como para das cuestionamiento sobre sí mismo y el mundo que nos rodea.
La técnica consiste en tomarse unos minutos para sentarse a pensar conscientemente sobre nuestro entorno. Miremos alrededor y pensemos en 5 cosas que podamos ver, 4 cosas que podamos oír, 3 cosas que podamos tocar, 2 cosas que podamos oler y 1 cosa que podamos saborear en ese preciso momento. Este sencillo ejercicio se puede aplicar a un contexto académico en tanto reformulemos las preguntas.
De esta forma, podemos invitar a nuestros hijos a una reflexión previa a un examen o a una presentación sobre el tema en cuestión: 5 cosas que sé, 4 cosas que puedo explicar a otro, 3 cosas que aún no domino, 2 cosas que aún debo investigar y 1 cosa que no tengo clara; así se afianza el conocimiento que han adquirido y se fomenta la indagación acerca de lo que aún falte sobre el tema.
La propuesta educativa del IB apunta a que docentes, padres y estudiantes trabajen juntos en propiciar un ambiente de aprendizaje óptimo a partir de ejercicios cotidianos que despierten la curiosidad de los estudiantes y desemboque en el deseo por indagar e investigar; el proceso será exitoso, si se da como punto de partida el “querer saber”.
Exploremos nosotros mismos los intereses de nuestros hijos y estudiantes y aprovechémoslos para motivar los aprendizajes significativos. Es fundamental escuchar y prestar atención a sus apreciaciones, en lo que ellos evocan está la clave sobre lo que despierta su atención. Es muy importante encontrar el punto de interés para de ahí trazar una ruta de indagación que nos lleve finalmente a un aprendizaje significativo.
El gran reto ahora es aprender el alemán en casa; podemos entre todos aprovechar la situación coyuntural por causa de la pandemia y poner en práctica lo aprendido en el hogar, que ahora también es escuela. En casa podemos favorecer un acercamiento a la lengua y a la cultura de tal manera que despertemos un mayor interés en nuestros hijos por aprender. Busquemos juntos música en alemán y escojamos un día a la semana para explorar, oír canciones e incluso buscar sus letras.
Veamos como familia películas en alemán, incluso pueden ser películas que ya hayamos visto o que sepamos que a nuestros hijos les gustan. Preparemos con ellos una receta alemana o indaguemos con ellos sobre ciudades o festividades alemanas. Podemos hacerlo también jugando: digámosles a nuestros hijos que ellos son los maestros de la lengua, que nos enseñen todos los días una palabra o algo preciso que hayan adquirido durante la clase, eso les generará más interés por aprender, luego por enseñar y será muy significativo para todos traer el idioma a la dinámica familiar.
De esta manera, tal vez despertemos el deseo de nuestros hijos de acercarse más y aprender mejor sobre la cultura y lengua alemanas.