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9 junio, 2025Iván D'Onofrio: 43 años de enseñanza y legado en el Colegio Alemán de Barranquilla
Conoce la historia del profesor Iván D’Onofrio, quien lleva 43 años dejando huella en el Colegio Alemán de Barranquilla.
Hablar del Colegio Alemán de Barranquilla es hablar de historias que han marcado generaciones por más de 100 años. Una de las más significativas es la del profesor Iván D’Onofrio, actual director de Primaria de nuestra institución.
Con más de cuatro décadas dedicadas a la formación de estudiantes, su presencia ha sido sinónimo de compromiso, sabiduría y vocación.
En esta entrevista, nos comparte su recorrido desde aquellos primeros días llenos de entusiasmo hasta convertirse en una de las figuras más queridas y entrañables de nuestra comunidad educativa.
Una vida dedicada a la educación
¿Cuánto tiempo ha formado parte del Colegio Alemán y cómo recuerda sus primeros días en la institución?
He tenido el honor de formar parte del Colegio Alemán de Barranquilla durante 43 años. Empecé en el año 1982 con 19 años, venía de la Escuela Normal para Varones con el título de Maestro Bachiller. Al rememorar mis primeros días, vienen a mi memoria sentimientos de expectativa, entusiasmo y profundo compromiso. Ingresé a una institución con una marcada identidad académica y cultural, que me recibió con generosidad y me brindó, desde el comienzo, la oportunidad de crecer tanto en lo profesional como en lo personal. Siempre recuerdo con mucho cariño, aprecio y gratitud al profesor Severino Lobo González y a Nora Ortega Vega, rector y directora de Primaria en esa época.
¿Qué principios o valores han guiado su labor docente y cómo procura dejar una huella en sus estudiantes?
Mi labor docente ha estado sustentada en valores fundamentales como el respeto, la responsabilidad, la empatía y el amor por el conocimiento. Siempre he procurado formar no solo estudiantes académicamente sólidos, sino personas íntegras, con sentido crítico y sensibilidad social. Dejar huella, para mí, implica ser un referente positivo, generar confianza, y cultivar en cada estudiante la certeza de que su potencial es valioso y transformador.
En mis primeros años, junto con la profesora Luz Adriana López, manejábamos el grupo de Boy Scout del colegio, con el que infundimos el amor, el respeto y el cuidado del medio ambiente. Guardo recuerdos imborrables de la subida con 25 estudiantes a la Sierra Nevada de Santa Marta.
Encuentros que marcan generaciones
¿Tiene una idea aproximada de cuántos estudiantes han pasado por sus clases? ¿Qué siente al encontrarse con exalumnos en nuevas etapas de sus vidas?
A lo largo de mi trayectoria, estimo que entre 4.000 y 5.000 estudiantes han pasado por mis clases. Cada uno de ellos representa una historia, un proceso, un vínculo. Encontrarme con exalumnos, ya profesionales, ciudadanos activos o padres de familia del colegio, y ver en ellos reflejados valores y aprendizajes compartidos, es una de las mayores gratificaciones que ofrece esta vocación. Es en esos encuentros donde se confirma que la educación tiene un impacto duradero.
Si tuviera que elegir uno o dos recuerdos que definan su paso por el colegio, ¿cuáles serían y por qué?
Uno de los recuerdos más significativos fue recibir una carta de una exalumna en la que expresaba su agradecimiento por el acompañamiento recibido en un momento crucial de su vida escolar. Ese gesto me recordó que el rol del maestro va mucho más allá del aula: educamos con la palabra, pero también con la escucha, la paciencia y la confianza.
Otro recuerdo inolvidable fue participar activamente en la conmemoración del centenario del colegio en la sede donde estamos actualmente, un momento que simbolizó la continuidad, la historia compartida y el compromiso colectivo con la excelencia educativa.
El Colegio como escuela de vida
¿Cómo ha influido el Colegio Alemán en su vida personal y profesional, y cómo ve su legado en la comunidad educativa?
El Colegio ha sido una escuela de vida. Posterior a mi ingreso al colegio, estudié Publicidad y Diseño; luego hice mi licenciatura en Biología y Química, más tarde la especialización, y finalmente la maestría en Educación. Pero lo más enriquecedor fueron los cursos que hacíamos con PZ, el Centro Pedagógico en Bogotá, un instituto para formar profesores con el respaldo del gobierno alemán.
En lo profesional, me permitió consolidar una pedagogía basada en la reflexión, la innovación y el respeto por la diversidad. En lo personal, me brindó amistades entrañables, aprendizajes permanentes y una comunidad con la que comparto valores esenciales. Confío en que mi legado permanece en las aulas que transité, en las generaciones que acompañé y en los espacios de diálogo y crecimiento que ayudé a construir.
¿Con qué palabra definiría su experiencia en el Colegio?
Transformación. Porque cada etapa vivida en el Colegio fue una oportunidad para crecer, para reinventarme, y para confirmar que educar es, en esencia, una forma de sembrar futuro.
Sus palabras no solo evocan la memoria de lo vivido, iluminan el impacto profundo y duradero de un maestro que ha hecho de la educación su misión de vida. La huella del profesor Iván D’Onofrio vive en cada generación que ha tenido el privilegio de aprender con él.
Estamos convencidos de que su legado seguirá inspirando a todos los que creemos que enseñar es, verdaderamente, una forma de transformar el mundo.