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26 octubre, 2020Las Habilidades Prosociales y su impacto positivo en la convivencia escolar
Conscientes de la importancia de las Habilidades Prosociales en el fomento de la convivencia pacífica entre nuestros estudiantes, la Coordinación de Orientación Psicoeducativa (OPE) viene desarrollando una serie de acciones preventivas en pro de un clima escolar favorable. Para conocer más acerca de este tema y la forma cómo viene trabajando el colegio en este campo, entrevistamos a la psicóloga de las Klassen 10 a 12, Rosiris De la Cruz.
¿Qué es el Comportamiento Prosocial?
Competencia social, habilidades sociales, comportamiento prosocial son todos términos relacionados, pero no se ha logrado una definición universalmente aceptada, ni siquiera con amplio consenso (García, 1995) (Monjas, 1999). Algunos autores coinciden en identificar las habilidades sociales y el comportamiento prosocial como dimensiones de la competencia social, definiendo esta última como la adecuación de las conductas sociales de un individuo a un determinado contexto social, que es establecida por un agente social de su entorno (padres, profesores, iguales) quien está en posición de hacer un juicio informal.
Así mismo, las habilidades sociales se refieren a un conjunto de comportamientos interpersonales o destrezas sociales específicas que son adquiridas y necesarias para interactuar y relacionarse con los iguales o con los adultos de forma efectiva. Algunos ejemplos de estas son: iniciar, mantener y finalizar una conversación, hacer una solicitud, expresar y recibir elogios, rechazar una petición, entre otras.
En esa misma línea, la conducta prosocial se define como una conducta positiva que se realiza para beneficiar a otro (Garaigordobil, 2000). Es toda conducta social positiva con o sin motivación altruista, es decir, que no daña, que no es agresiva y busca favorecer al otro independientemente del propio beneficio (González, 1995).
Se trata de actos realizados en beneficio de otras personas; por ejemplo, maneras de responder a los demás con simpatía, condolencia, cooperación, ayuda, rescate, confortamiento y entrega o generosidad (Vander, 1990). Si bien el concepto de habilidades sociales se reserva para aspectos conductuales de la competencia social y el comportamiento prosocial incluye tanto aspectos conductuales como motivacionales, estudios progresivos han involucrado otros componentes en el análisis, pues el solo conocimiento de las habilidades no garantiza un adecuado desempeño social.
La persona puede conocer muchas habilidades, pero no saber aplicarlas en la situación adecuada o no querer hacerlo porque persigue otros objetivos. En este sentido, las otras variables de análisis que se ponen en juego en los intercambios sociales son las variables cognitivas y las variables afectivas o emocionales.
Las primeras hacen referencia al procesamiento de la información social y han contribuido al estudio de la cognición social como componente de la competencia social mientras que las segundas resaltan la importancia de las emociones a la hora de comunicarse y de establecer relaciones interpersonales. La empatía es el concepto más estudiado dentro del área de la competencia social con resultados concluyentes frente al hecho de que es la base para la conducta prosocial y que la influencia en modo amplio.
¿Por qué son importantes en la convivencia a nivel de la Primera Infancia?
Tradicionalmente, se ha otorgado mucha importancia a la prevención y tratamiento de las conductas sociales negativas, quedando relegado a un segundo plano el estudio de las positivas o prosociales (Eisenberg y Morris, 2004). El comportamiento prosocial juega un papel fundamental en el desarrollo de habilidades sociales en la infancia; este tipo de conductas tiene un impacto positivo tanto en la valoración de sí mismo como en la valoración de los demás, lo que contribuye, a su vez, a que el niño se sienta motivado a actuar de modo prosocial.
Los hallazgos empíricos han puesto de manifiesto que las conductas prosociales se relacionan con aspectos tales como: la elevada autoestima, el bienestar psicológico, el afrontamiento adecuado de situaciones sociales conflictivas, el apoyo social proporcionado por padres y pares, la adaptación escolar y el éxito académico. Concretamente, en estas investigaciones se señala que los niños que son capaces de reconocer sus propias emociones y las de los demás, de expresarlas adecuadamente, de regularlas y de ser empáticos, suelen mantener relaciones sociales más positivas, suelen ser menos agresivos y más prosociales (Eisenberg, 2000; Hubbard y Coie, 1994; Katz y McClellan, 1997; Lemerise y Dodge, 2000).
¿De qué forma viene trabajando la Coordinación de OPE de nuestro colegio en esta materia?
Seguir impactando positivamente la convivencia escolar y fomentar las interacciones positivas entre nuestros Niños, Niñas y Adolescentes, sigue siendo una bandera de trabajo del equipo de Orientación Psicoeducativa, a través del desarrollo de acciones de prevención. Ya las mediciones del ambiente escolar y los datos de atención de las casuísticas más frecuentes en el Área de Convivencia nos proporcionan el marco de referencia para el direccionamiento de nuestras acciones.
Cada vez somos más conscientes de la necesidad de intervenir de modo oportuno y adecuado las situaciones de conflicto y agresión escolar porque hay claridad de que no hacerlo, incuba la violencia. Trabajar la promoción de conductas positivas y prosociales en pro de un clima escolar favorable, es un foco principal de intervención con la Primera Infancia.
En ese contexto, ya nos compartieron nuestras psicólogas Dayana Márquez y Johanna Cuadros, en un artículo anterior, como vienen trabajando temáticas del proyecto Estilos de Vida Saludables, del programa de Psicoafectividad ‘PISOTÓN’ y de la Dirección de Grupo, enfocadas en la comprensión, expresión y regulación de las emociones, la empatía y la autoestima, lo que se constituye en terreno abonado para el desarrollo de las conductas cooperativas y prosociales.
¿Cuáles son los retos de la Coordinación de OPE para cultivar en nuestros estudiantes Habilidades Prosociales?
El mayor reto desde la coordinación es consolidar un programa que posibilite una intervención sistemática e intencional, que integre todas las acciones de prevención que se vienen manejando en la actualidad para la mejora del clima escolar. De esta forma, potenciamos el manejo del aprendizaje cooperativo con el que ya los estudiantes están familiarizados, desde la academia, como escenario ideal para la promoción de las relaciones de ayuda entre iguales, que conlleve a una disminución de la respuesta agresiva en la solución de las diferencias interpersonales.